Introducción


Se calcula que en el mundo el número de muertes anuales son cuantiosas, aunque de difícil estimación pues los países mas afectados son aquellos en vías de desarrollo de África o Asia, donde existen áreas endémicas y las notificaciones son de poca calidad.
Se calcula que en África los casos de rabia humana podrían llegar a 5.000 por año y los tratamientos preventivos a 500.000.
En Asia los casos de rabia humana se calculan entre 35.000 y 55.000, y se aplicarían 7.000.000 de tratamientos profilácticos.
En los últimos años se produjo una importante disminución en el número de casos humanos en China, Tailandia, y Latinoamérica en general por la implementación de nuevos programas de prevención y control para la rabia basados en vacunaciones estratégicas en grupos de riesgo y tratamientos post exposición.
América en 1990 presentaba 251 casos de rabia humana, en el 2003 se redujeron a 35, lo que representa una reducción del 86%. La mayor cantidad de casos de rabia humana se registró en Brasil, Haití, Bolivia, El Salvador y Venezuela.
En 2003 se notificaron 1.131 casos de rabia canina, en comparación con el año 1990 hubo un descenso del 91%. La mayoría de ellos se registró en el nordeste de Brasil, norte de Argentina (provincia de Jujuy) y frontera con Bolivia, y en el estado de Zulia de Venezuela.
En los Estados Unidos en los últimos 10 años, más del 90% de los casos nuevos reportados por año al Centro de Control de Enfermedades (CDC), son producidos por animales silvestres en comparación con la década del 60 en la que los casos reportados eran provocados en su mayor parte por animales domésticos.
En países europeos como Francia, Bélgica y Suiza sus programas están orientados al control de la rabia silvestre.
En la actualidad los casos fatales que ocurren en el hombre se deben a que no recibieron tratamiento antirrábico oportuno en tiempo y forma.
Usando los datos de mortalidad en el mundo, puede observarse que las muertes por rabia ocurren en países con deficientes políticas de salud, cuyos habitantes tienen dificultades para el acceso al tratamiento así como también pocos recursos diagnósticos y una deficiente vigilancia epidemiológica para el control de la rabia. La implementación correcta de los programas está influenciada por los costos, por la capacidad operativa del mismo y también por la reintroducción de la rabia a través del transporte de animales enfermos desde las áreas no controladas.